Una condición necesaria para pensar con claridad y no incurrir en error, es el de utilizar conceptos precisos y bien delimitados. Si se usan términos ambiguos, imprecisos, de significado ambivalente, es natural acabar hecho un lío, llegar a conclusiones falsas, extraviarse por las amplias veredas de la confusión.
Uno de esos términos trampa es el de "trabajadores". Ciertamente, hay trabajadores. Pero ¿qué es un trabajador? ¿El que trabaja? Eso abarca desde el peón de albañil hasta al Rey de España; desde el minero asturiano hasta el alto ejecutivo del Banco de Santander, a parados y a pequeños empresarios (que suelen darse de alta en la Seguridad Social como trabajadores autónomos) . Eso abarca a todo el mundo, abarca a "víctimas y a verdugos", a justos y a pecadores, y los mete a todos en un mismo saco. ¿El que no vive nada más que de su sueldo? Andamos en las mismas: sigue siendo un término impreciso, ambiguo. No vive nada más que de su sueldo el policía antidisturbios y el coronel del Ejército. El Director de Producción de la empresa. El capataz que está para arrear a los obreros en nombre del capital. El cura. Lo concibamos como lo concibamos, es un término viscoso, inútil, nada claro: ahí hay de todo.
Siguiendo ese término, será imposible analizar las relaciones entre el capital y el trabajo, el por qué la policía se dedica a aporrear a sus "hermanos trabajadores", o por qué "los políticos" están al servicio de "los mercados" (entre comillas, diversos términos ambiguos y despistadores). Ni podremos entender ningún fenómeno de la vida social. Y, claro, sólo llegaremos a conclusiones conspiranoicas, a que todo ocurre porque uno señores muy, pero que muy malosos están en la sombra dedicando todas sus energía a ver cómo putearnos, a que la policía, no es que sea el instrumento del Estado para defender violentamente el orden establecido (en lo que pueda tener esto de bueno, como perseguir violadores de niños, o de malo, como el disparar pelotas de goma a los obreros en lucha y salvaguardar la propiedad del capitalista sobre los medios de producción), sino que son "hermanos trabajadores" a los que es posible concienciar para que los policías no sean policías. Táctica que, como la historia demuestra, nunca ha funcionado, ni, de absurda que es, podría funcionar.
Hay que usar términos más precisos. En concreto, clase obrera. Uno ocupa una posición de clase en la sociedad según las relaciones de producción que establezca. La clase obrera está formada por todos aquellos que intervienen en la producción aportando el trabajo que permite al capitalista, que aporta el capital, acumular capital, es decir: como resultado de ese trabajo que actúa sobre el capital, este aumenta de valor, el cual a su vez acrecienta el capital inicial mediante la inversión, y así sucesivamente. Es así de simple. Un policía, por tanto, no es clase obrera. Ni lo es un pequeño empresario. Ni un cura. Ni el ejecutivo de una empresa.
¿Un pequeño empresario es capitalista? Sin duda. Pero todos podemos ver que no es lo mismo que el típico magnate de las finanzas ni el Consejero Delegado de una multinacional petrolífera. Y esto es porque no todas las formas de capital son iguales, el capital no es homogéneo, como no lo es la burguesía. Pero sí que hay, hoy en día, una forma que es la dominante, alrededor de la cual se organiza la producción de toda la sociedad, y que corresponde al sector de la clase burguesa que detenta el poder político a través de los vericuetos del Estado burgués, y alrededor de la cual, subyugados por sus hermanos mayores, se organizan también las pequeñas empresas, o como mucho en los nichos de libre mercado que deja la forma dominante y que brotan espontáneamente con el desarrollo del capitalismo. Esa forma dominante, esa fracción de una clase que es el alma y razón de ser de toda la clase capitalista, es el capital monopolista, el gran capital, que en la producción aparecen como las grandes corporaciones, de las finanzas, de la industria del automóvil, del comercio, del "agribusiness", del transporte, del ocio, del armamento... (no sólo los bancos).
Así que, tenemos por un lado la clase obrera y por otro la capitalista, y luego ya vemos que un montón de capas intermedias, que sí, que vale, que no puede decirse que no sean trabajadores, al menos muchas de ellas, pero no son clase obrera. Es a esto a lo que se llama clases medias, en plural, si bien es un término que se adopta siguiendo la costumbre, pues aunque es cierto que están entre los capitalistas y los obreros, luego son medias, no es tan cierto que sean clases propiamente dichas. ¿Por qué? Porque una clase social tiende a constituirse en un todo orgánico, relativamente homogéneo, tiende a organizarse como tal clase, separada en este aspecto del resto de las demás clases, a destilar su propia ideología, a luchar por sus intereses y por hacer valer su visión de lo que debe ser la sociedad. Y si bien la clase de los grandes capitalistas tienen sin duda este carácter de clase, son toda una clase que hace ya tiempo es clase para sí, y por eso es la clase dominante. La clase obrera, tiene también esa tendencia a constituirse en clase para sí, esa comunidad de intereses, esa homogeneidad de situaciones objetivas, por mucho que el capital ha tratado de fraccionarla (pero ahora en plenas crisis del capitalismo, vemos como la tendencia dominante es a la homogeneización). De las clases medias no puede decirse lo mismo. Unas tiran para un lado, otras para otro. Se entremezclan y se separan. Cada una va a lo suyo, que mira que mala suerte, se da de bofetadas con los intereses de tal otro sector. Se trata de capas y de estamentos, algunos de otras clases de las que están parcialmente desprendidas, como los pequeños empresarios, (incluso en un tiempo, en la época del keynesianismo, la superprivilegiada aristocracia obrera, que provenía de la clase obrera), otros sería difícil asignarla a una de las dos clases de la sociedad. Como es la tradición, usaré ese término, "clases medias", pero no olvidemos que el término "clase" les viene ancho.
¿Esto tiene consecuencias políticas? Sí, las tiene. Podemos ver cómo las clases medias, cuando se juntan, tienen que callar para alcanzar un consenso. Huyen despavoridos ante la presencia de banderas y de siglas, porque eso trasluce su temor a que uno de los sectores, o peor aún, una de las dos clases de la sociedad, se haga con la hegemonía de la unión de las clases medias. Rechazan las ideologías, porque las ideologías completas, coherentes, son las ideologías de las otras dos grandes clases, y entre los suyos no son capaces de hacer nada consistente y lógico en el terreno ideológico, son incapaces de ir más allá de la demagogia. De ellos sólo puede emanar el "ciudadanismo", el "olvidemos nuestras diferencias", el "no digamos nada que pueda molestar a uno u otro sector", la autocensura y la censura expresa, tanto de palabra como de pensamiento. Vemos que precisamente esa es la expresión en nuestros días de los movimientos de clases medias.
Algo muy diferente de lo que ocurre en la clase obrera, en que no nos da ninguna vergüenza ni ningún temor a que, en nuestras movilizaciones, cada organización de clase lleve sus banderas y su ideología, que haga su propaganda, que diga lo que tiene que decir, porque nosotros no tenemos ese problema de falta de identidad, de colisión de intereses, que tienen las clases medias, y el hecho común de ser clase obrera, la relación social que compartimos y que nos define como clase, esa forma particular en que entramos a formar parte del proceso productivo social, nos unifica en lo más hondo y por encima de diferencias corporativistas. Nosotros sí somos una verdadera clase social, lo que nos permite darnos el lujo -lo que para ls clses medias es un lujo- de la libertad de expresión y de pensamiento, sin censuras, sin temor, sin ruborizarnos ni lloriquear aterrorizados cuando incurrimos en los más acalorados debates, por mucho que se alce la voz y se digan palabras fuertes. Nosotros podemos hablar claro y pensar por nosotros mismos. El “ciudadanismo” niega estas libertades, y en su expresión se ve la envidia reoncorosa a la libertad de pensamiento y de expresión hacia la clase obrera. Retengamos que hemos localizado la base objetiva del "ciudadanismo" que integra uno de los principales rasgos ideológicos que han parido las clases medias -una pseudoideología incoherente e inconsistente que no pasa de ser pura demagogia.
Pero aún hay más. No olvidemos que el carácter de clase viene del lugar que se ocupa en la producción. Los pequeños empresarios, por mucho que estén acogotados por el gran capital, son ellos mismos capitalistas. Ellos defienden el "libre mercado", el capitalismo, porque sin él no podrían existir. Así, discutiendo con ellos, nos encontramos con que, al ponerlos contra las cuerdas y recordarles que la responsabilidad de crear empleo es de ellos, que son los propietarios de los medios de producción, te responden (dando un clarísimo ejemplo de que están en medio del gran capital y del trabajo, de las dos clases verdaderas de la sociedad) que no pueden sin ayuda, que no son capaces, que se hunden, que no soportan la presión del gran capital, que no queda más remedio que el que los obreros pensemos en el bien de la empresa y aceptemos vivir en la miseria (también dicen: "es que vivís por encima de vuestras posibilidades).
Por otro lado, esto que los propios pequeños empresarios afirman es tanto como reconocer que el capitalismo no es capaz de funcionar eficientemente, no es capaz de cumplir los objetivos sociales de una economía, no es capaz de mantener a la economía en pie y, al mismo tiempo, proveer a la gente ni tan siquiera de un mínimo de bienestar material y moral, sino que para que la economía capitalista funcione, la sociedad ha de renunciar a aquéllo por lo que necesita una economía y hundirse en la miseria. Pero claro, ellos, por su posición de clase, no pueden aceptar que la culpa sea del capitalismo, no. La culpa es de los gestores, de "los políticos". No, "otro capitalismo es posible". Lo mismo puede decirse de otras capas medias, profesionales, mandos intermedios (cuya remuneración tendrá la forma de salario, pero el origen de ese salario no es el trabajo productivo, que no realizan por ser su función la de ejecutar el control del capital sobre el trabajo, sino parte de la plusvalía extraída del trabajo), etc. Estos sectores, no pueden romper por sí mismos con el capitalismo, es evidentísimo que no pueden ser la vanguardia de la lucha anticapitalista, porque en su naturaleza está el cabrearse continuamente contra el capitalismo y a la vez tender constantemente hacia él, defenderlo. Tenemos aquí, por tanto, identificada la fuente de otro rasgo ideológico de estas capas: su demagogia populista del linchamiento del "político" y del "banquero", contra la corrupta democracia burguesa y la tiranía de la plutocracia (que les gusta decir a ellos desde los tiempos de Hitler).
¿Podrá un obrero seguir esta demagogia populista? ¿No debe saber todo obrero que hasta la más democrática de las democracias burguesas es la dictadura de la burguesía, y que no es la corrupción la causa, sino una consecuencia, de que "los políticos" actúen en nombre del gran capital? ¿No significa este linchamiento del "político" nada más y nada menos que el cargar contra las libertades civiles y políticas que, por muy limitadas que sean, hemos conseguido con nuestra lucha a lo largo del tiempo? Porque eso es lo que significa abolir la falsa democracia burguesa dejando el capitalismo: que la forma política de la dictadura de la burguesía, si no es la democracia burguesa, no sea más que la única alternativa posible dentro del régimen burgués: la dictadura abierta de la burguesía.
Así pues, cuando la clase obrera habla de unidad, ¿a qué unidad nos referimos? A la unidad de la clase obrera, que no es meramente unidad, sino la articulación de la clase en clase para sí, de impulsar lo más acelerada y completamente posible la tendencia natural de la clase en constituirse en un organismo autónomo de la sociedad, que piensa para sí, que lucha para sí. Eso que no pueden hacer las capas medias y que la burguesía ha hecho hace ya mucho tiempo en torno al gran capital. La unidad de la clase obrera no es, en el fondo, otra cosa que eso: la constitución de la clase obrera en clase para sí y no simplemente en clase para sí; de ser una clase objetiva pero sin iniciativa en la vida social, pasar a ser sujeto de su propia historia, dueña de su destino.
¿Podemos considerar a las capas medias como enemigas? ¿Hay que ir a por ellas como contra el gran capital? Como es un sector muy heterogéneo, no podemos dar una respuesta para todas las capas medias. Pero sí para su inmensa mayoría. Está iniciándose la confrontación abierta y total entre las dos clases verdaderas de la sociedad. Si vamos a atacar al capitalismo, dicta la más elemental de las leyes de la estrategia que hay que tratar de aislar al enemigo. Hay que esforzarse por tratar de atraer a estas capas medias al lado de la clase obrera. ¿Es esto "ciudadanismo"? No, no lo es. Porque no hablamos de unidad en el sentido que hablamos de unidad de la clase obrera, sino de alianza de esas capas sociales con la clase obrera. No entramos todos en el mismo saco, sino que sellamos una alianza. Y cuando se firma una alianza, cada sujeto ha de reforzar la identidad de sí mismo, la conciencia de sí mismo, ha de trazar de forma perfectamente nítida sus límites y sus objetivos, y saber qué objetivos son comunes y cuáles no. De no hacerlo así, para lo único que servirá esa alianza es para diluirse en un todo amorfo e incoherente, sin una estructura sistemática, renunciando a los propios fines, y esto se opone a la tarea principal de que la clase obrera se transforme en clase para sí, en sujeto de la historia, en dueña de su destino, así que es inaceptable. Y además implica el acabar corriendo tras banderas ajenas, para debilitar a la clase obrera como sujeto, para debilitar con ello la lucha contra el capitalismo y la posibilidad de superación del capitalismo.
Son las clases medias las que se deben agrupar en torno a la clase obrera, y no al revés. Porque las clases medias son incapaces de superar la demagogia en el terreno ideológico y dar una alternativa al capitalismo, porque las clases medias no son clases verdaderas, sólo lo e la clase obrera. Es imposible unirse en torno a las clases medias, sólo es posible diluirse en ellas. Si las clases medias, por sus características de no ser verdaderas clases, no son capaces de hacer esto que sí es capaz de hacer la burguesía y sí es capaz de hacer la clase obrera, pues, bien, no podemos hacer nada al respecto, lo que sí que no podemos hacer es renunciar a constituirnos en clase para sí porque otros no son capaces de avanzar tanto. Eso, lo único que significa es el peso que ha de ocupar cada uno en la alianza, quién ha de ocupar, por razones objetivas, el centro de la alianza. Aunque no podamos hacer nada, ni en realidad nos interese gran cosa, hay que tenerlo en cuenta a la hora de tratar con esta gente, porque explica mucho de su conducta y de su rencor ante la clase obrera, de su furia y frustración al ver que, pese a todos sus aires de superioridad, no alcanzan la altura de la clase obrera. Quizás haya instrumentos por ahí, tipo plataformas republicanas y demás, que sirvan como instrumento para fraguar esta alianza de las clases medias en torno a la clase obrera. Quizás me equivoque. Puede que haya otros instrumentos más apropiados. Sobre este particular no voy a decir más, porque no he pensado mucho en ello, así que no puedo más que divagar. Lo que importa es lo siguiente: la alianza con la clase obrera les proporcionaría eso que a ellas les falta, y ya no tendrían miedo a la liberta de expresión y de pensamiento como medida para evitar el disgregarse, y podrían agruparse en torno a una ideología sólida y coherente, escapando de las funestas garras de la demagogia. Es decir: sólo la clase obrera les proporciona una salida real a la actual situación, por medi de esta alianza.
Otra consecuencia de no ocuparnos de las clases medias, de no buscar una alianza con dichas clases medias (una alianza cuyo núcleo ha de ser la clase obrera) sería el siguiente: todos esos rasgos que vemos en las clases medias, “ciudadanismo”, demagogia populista, etc., son rasgos característicos del fascismo tradicional, del fascismo como movimiento de masas que precedió a la instauración de las dictaduras fascistas. Esto lo ven muy bien los propios fascistas, no hay más que ver el entusiasmo de falangistas y demás ante el 15M o ante el frente ciudadanista que pretende constituir Anguita ante la falta de amplitud del 15M entre las propias clases medias, pese a su demagogia y a su censura. Si no forjamos algún tipo de alianza con estas capas, o con las que sean susceptibles de hacerlo, bajo la forma que resulte más adecuada y sin olvidar que nuestro objetivo prioritario es la constitución de nuestra clase en clase para sí, y que el centro de la alianza ha de ser la clase obrera, estamos dejando a estas clases medias avanzar por el camino en que ya lo hicieron en el pasado, un camino teledirigido y al servicio del gran capital y en contra nuestra: el camino del fascismo, al que servirán de base social.
La tarea que se plantea ante nosotros es, pues, muy diferente al ciudadanismo pequeño-burgués: unidad de la clase obrera entendida como constitución de la clase en clase para sí, en sujeto histórico; y unidad popular entendida como alianza en torno a la clase obrera entre las diversas capas medias susceptibles de tal cosa.
Hablar con términos precisos y exactos conduce por muy diferente camino y permite llegar mucho más lejos que usando términos imprecisos y vagos.